This is my blog, where I write down all the stuff that moves in my mind. Read the first entrance for a welcome post ;)
Tuesday, January 27, 2009
Thanks
Words are not enough, I'm serious. You can't imagine how happy I was to have you all gathered. I really apreciate the effort many of you made to be there with me.
Thanks guys, to you all.
Marc
Saturday, January 17, 2009
Entrevista a Geoffrey Smith, director y productor de cine
Nací en Melbourne (Australia), donde me sentía muy extraño, me fui a conocer mundo y no volví. Vivo en Londres. Estudié cine, pero mi escuela ha sido el mundo. Estoy casado y tengo 20 hijos, mis películas. Si pensáramos diez minutos en el prójimo, el mundo sería diferente
En 1987 estaba en Haití, rodando un documental sobre las elecciones, las primeras en treinta años.
Pero…
… Gente muy despreciable que quiso boicotearlas envió a un grupo de jóvenes armados a la escuela donde se votaba y masacraron a 23 personas.
¿Usted estaba allí?
Sí, filmé todos esos cuerpos ensangrentados. Veinte minutos después, salí a la puerta de la escuela, aturdido, y los mismos asesinos volvieron. Pasaron en coche, despacio, y empezaron a ametrallar. Delante de mí, un hombre levantó las manos: "Me rindo". Fue el que más impactos recibió.
¿Y usted?
Me dieron en un hombro y en una pierna, soy muy afortunado por estar vivo.
¿Y todo cambió?
Esa experiencia te fuerza a preguntarte de qué va la vida, porque todo lo que yo era o sería dependía de un hombre desconocido con el dedo en un gatillo disparando sin sentido. Un poco más a la derecha, y Geoffrey Smith ya no existiría.
...
Si buscas respuestas, tienes que conectarte con algo más grande que tú mismo, que la vida cotidiana. Después de esa experiencia me convertí en realizador y en creyente.
¿Qué tiene que ver Dios en esto?
Verá, cuando tenía catorce años estuve noventa minutos en un mar de tiburones, perdido; me estaba ahogando. No supe cómo articular esa experiencia, la arrastré durante años, pero la segunda vez sí supe.
¿Qué supo?
Comprender y cambiar. Cuando descubrí Haití a los veintidós años, mientras vagabundeaba sin sentido por el mundo, decidí volver para quedarme; pero después del incidente que viví, mis amigos me convencieron de que no lo hiciera. Fue un error.
¿Por qué?
No resolví el trauma hasta que lo hice de una manera haitiana. Mi primera película fue sobre volver a Haití cuatro años después de aquello y tratar de encontrar al hombre que intentó matarme. Esa fue mi manera occidental de intentar recuperarme.
¿Encontró a su asesino?
No, pero volví a la escuela donde me habían disparado y me recibió una nube de niños que corría hacia mí. Todo lo que recordaba de Haití era muerte, y de repente aquella muerte se había convertido en vida.
Con o sin nosotros, la vida sigue.
Si hablas hacia una cámara y confías en el director (que en el caso de esta película era yo mismo), puedes trabajar emocionalmente hacia fuera. Es extraño que sea así, porque el cine es algo muy público, pero todas mis películas lidian con cuestiones morales muy duras que viven personajes reales, y contarlo les ayuda a que su sufrimiento tenga sentido.
Quizá porque su experiencia puede ayudar a otros...
En aquel viaje fui a un bizango,una especie de vudú. Allí, en medio de la noche, en un campo de caña de azúcar, me encontré con un hombre sabio que, nada más verme, sin saber, sin preguntar, me dijo: "Toma lo que te ha sucedido como una oportunidad para descubrir quién eres". Luego se marchó.
No hacía falta ir tan lejos para que le dijeran eso.
Yo tenía la típica visión occidental: hay un problema y debo resolverlo, como si el problema fuera externo, así que me sirvió.
Y desde entonces ofrece moraleja en sus películas.
La redención a través del sufrimiento: esa es la clave, la compasión, que literalmente significa con sufrimiento; pero en Occidente no queremos saber nada del sufrimiento, todos huimos de él, incluso está pasado de moda, y ese es el problema.
Sí, pero el sufrimiento nos persigue, así que no hay problema.
EnAfather´s story cuento la historia de Ralph Bulger: dos niños de diez años asesinaron a su hijo, de dos años. Diez años después Ralph, que aparecía continuamente en los medios, no lo había superado. Estuve seis meses con él, los dos primeros en silencio, pescando, luego empezó a hablar: estaba lleno de odio y se odiaba a sí mismo por ello. Durante esos diez años Ralph huyó del dolor, luego descubrió que asumiendo su dolor estaba más vivo; esa es la paradoja.
Lo que cura escuece.
Alguien cometió un error y publicaron el obituario de Alfred Nobel. Cuando leyó su propia necrológica en el periódico, pensó: "No puedo morirme habiendo sólo inventado la dinamita, mi vida tiene que ser algo más que eso", y creó los premios Nobel.
¿Qué quiere usted contar?
Después de que me ametrallaran quise saber cómo lidian los demás con lo difícil, con las cosas problemáticas que les suceden en la vida y cómo abordan su propio universo moral. Todas mis películas tratan sobre eso.
Gente que ha sabido aprovechar la oportunidad de crecer.
Danger! Unexploded bomb trata sobre los desactivadores de bombas que sobrevivieron a la guerra. Noventa y uno, noventa y dos años, y tenían una lujuria por la vida insólita: el resultado de haber arriesgado sus vidas a diario durante años. Sabían que la vida era hermosa porque en cualquier momento se la podían haber quitado. Sabían el valor de cada minuto vivo. Había tanta vida en ellos que me hicieron sentir viejo.
SOURCE: La Vanguardia
En 1987 estaba en Haití, rodando un documental sobre las elecciones, las primeras en treinta años.
Pero…
… Gente muy despreciable que quiso boicotearlas envió a un grupo de jóvenes armados a la escuela donde se votaba y masacraron a 23 personas.
¿Usted estaba allí?
Sí, filmé todos esos cuerpos ensangrentados. Veinte minutos después, salí a la puerta de la escuela, aturdido, y los mismos asesinos volvieron. Pasaron en coche, despacio, y empezaron a ametrallar. Delante de mí, un hombre levantó las manos: "Me rindo". Fue el que más impactos recibió.
¿Y usted?
Me dieron en un hombro y en una pierna, soy muy afortunado por estar vivo.
¿Y todo cambió?
Esa experiencia te fuerza a preguntarte de qué va la vida, porque todo lo que yo era o sería dependía de un hombre desconocido con el dedo en un gatillo disparando sin sentido. Un poco más a la derecha, y Geoffrey Smith ya no existiría.
...
Si buscas respuestas, tienes que conectarte con algo más grande que tú mismo, que la vida cotidiana. Después de esa experiencia me convertí en realizador y en creyente.
¿Qué tiene que ver Dios en esto?
Verá, cuando tenía catorce años estuve noventa minutos en un mar de tiburones, perdido; me estaba ahogando. No supe cómo articular esa experiencia, la arrastré durante años, pero la segunda vez sí supe.
¿Qué supo?
Comprender y cambiar. Cuando descubrí Haití a los veintidós años, mientras vagabundeaba sin sentido por el mundo, decidí volver para quedarme; pero después del incidente que viví, mis amigos me convencieron de que no lo hiciera. Fue un error.
¿Por qué?
No resolví el trauma hasta que lo hice de una manera haitiana. Mi primera película fue sobre volver a Haití cuatro años después de aquello y tratar de encontrar al hombre que intentó matarme. Esa fue mi manera occidental de intentar recuperarme.
¿Encontró a su asesino?
No, pero volví a la escuela donde me habían disparado y me recibió una nube de niños que corría hacia mí. Todo lo que recordaba de Haití era muerte, y de repente aquella muerte se había convertido en vida.
Con o sin nosotros, la vida sigue.
Si hablas hacia una cámara y confías en el director (que en el caso de esta película era yo mismo), puedes trabajar emocionalmente hacia fuera. Es extraño que sea así, porque el cine es algo muy público, pero todas mis películas lidian con cuestiones morales muy duras que viven personajes reales, y contarlo les ayuda a que su sufrimiento tenga sentido.
Quizá porque su experiencia puede ayudar a otros...
En aquel viaje fui a un bizango,una especie de vudú. Allí, en medio de la noche, en un campo de caña de azúcar, me encontré con un hombre sabio que, nada más verme, sin saber, sin preguntar, me dijo: "Toma lo que te ha sucedido como una oportunidad para descubrir quién eres". Luego se marchó.
No hacía falta ir tan lejos para que le dijeran eso.
Yo tenía la típica visión occidental: hay un problema y debo resolverlo, como si el problema fuera externo, así que me sirvió.
Y desde entonces ofrece moraleja en sus películas.
La redención a través del sufrimiento: esa es la clave, la compasión, que literalmente significa con sufrimiento; pero en Occidente no queremos saber nada del sufrimiento, todos huimos de él, incluso está pasado de moda, y ese es el problema.
Sí, pero el sufrimiento nos persigue, así que no hay problema.
EnAfather´s story cuento la historia de Ralph Bulger: dos niños de diez años asesinaron a su hijo, de dos años. Diez años después Ralph, que aparecía continuamente en los medios, no lo había superado. Estuve seis meses con él, los dos primeros en silencio, pescando, luego empezó a hablar: estaba lleno de odio y se odiaba a sí mismo por ello. Durante esos diez años Ralph huyó del dolor, luego descubrió que asumiendo su dolor estaba más vivo; esa es la paradoja.
Lo que cura escuece.
Alguien cometió un error y publicaron el obituario de Alfred Nobel. Cuando leyó su propia necrológica en el periódico, pensó: "No puedo morirme habiendo sólo inventado la dinamita, mi vida tiene que ser algo más que eso", y creó los premios Nobel.
¿Qué quiere usted contar?
Después de que me ametrallaran quise saber cómo lidian los demás con lo difícil, con las cosas problemáticas que les suceden en la vida y cómo abordan su propio universo moral. Todas mis películas tratan sobre eso.
Gente que ha sabido aprovechar la oportunidad de crecer.
Danger! Unexploded bomb trata sobre los desactivadores de bombas que sobrevivieron a la guerra. Noventa y uno, noventa y dos años, y tenían una lujuria por la vida insólita: el resultado de haber arriesgado sus vidas a diario durante años. Sabían que la vida era hermosa porque en cualquier momento se la podían haber quitado. Sabían el valor de cada minuto vivo. Había tanta vida en ellos que me hicieron sentir viejo.
SOURCE: La Vanguardia
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